He visto la Opera “Pagliacci” de Leoncavallo muchas veces en mi vida: podía recitar (y cantar) las principales arias cuando todavía tocaba mi guitarra.
Dada su brevedad, esta obra suele producirse junto con Cavalleria Rusticana de Mascagni y nunca me olvidaré de la que ví en el Teatro más bello del mundo, el anfiteatro Greco-Romano de Taormina en Sicilia, frente a un Etna en fuego, hace más de 30 años, con Katia Ricciarelli y José Carreras, entonces la pareja estrella de la opera. Aquí un espectáculo de 2013
En el mismo periodo, en 1982, Franco Zeffirelli produjo esta versión que os regalo para la RAI, en el Teatro La Scala, el segundo más bello del mundo :), donde la exigencia es máxima y he oído silbar sin piedad a Riccardo Muti y a otros grandes (como en el Bernabeu pitan a Ronaldo, vamos).
Para mí es la mejor versión grabada que existe y merece la pena dedicarle una hora de vuestra vida.
¿Que tiene que ver esta opera con este blog donde intentamos cambiar el mundo?
Tiene que ver por todos lados: las voces de Placido Domingo (Canio, “vesti la giubba” o “No, Pagliaccio non son”) y de Juan Pons (Tonio “Si puó, ..un nido de memorie”) son de una belleza sublime e incrementarán vuestra felicidad por enteros.
Las palabras de estas arias son increíbles: dentro de un drama de amor (que acaba en violencia de genero y os ruego me perdonéis por recordarlo) se habla de interpretar papeles cómicos cuando nuestro corazón está roto, de que dentro de un actor hay un ser humano, de que el “il teatro e la vita no son la stessa cosa”.
Ahora aplicad este cuento a vuestra actividad profesional, a vuestras empresas: ¿cuántos de vosotr@s se sienten aludidos por los personajes de Pagliaccio/Canio o de Tonio? (no, asesinar al jefe nunca es una buena idea).
Pensad en ello por favor: si esto os pasa a menudo, si demasiadas veces tenéis la impresión que os estáis maquillando e interpretando, hay que quitarse la máscara, aunque “la gente paga e rider vuole qua”.
No tenemos otra vida para ser nosotros mismos.
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